Modo de vida y tratamiento mortuorio

Cazadores, pescadores y recolectores, los Chinchorro habitaron a lo largo de la costa del desierto de Atacama, desde Ilo en Perú hasta el sur de Iquique. Basaban su subsistencia en los recursos principalmente marinos y costeros, elaborando especializadas herramientas gracias a un profundo conocimiento de su ambiente y el aprovechamiento de los recursos ribereños y del interior. El complejo tratamiento realizado en los difuntos presenta una rica variedad estilística, que reconstruye los cuerpos convirtiéndolos en verdaderas obras de arte. Este aspecto de la cultura nos muestra una compleja cosmovisión en torno a la muerte que contrasta con la simplicidad de su vida cotidiana.

Cada cuerpo con preparación complicada, era trabajado artesanalmente por el núcleo familiar, combinando conocimiento anatómico con tradiciones técnico-estilísticas transmitidas de generación en generación, pero también con decisiones individuales o grupales aplicadas a cada cuerpo, obteniendo cada uno características únicas.

A pesar de esta gran variedad, a modo general el proceso incluía retirar la piel (conservándola), la extracción de todos los músculos y órganos, el rearmado estructural del esqueleto, el relleno de las cavidades corporales con vegetales y otros elementos, el reemplazo o refuerzo de las extremidades y la reconstrucción del exterior del cuerpo, reincorporando la piel, cabello, elaborado con mechones de cabello a modo de peluca y finalmente la elaboración de una máscara, más frecuentemente de arcilla. Este proceso tenía como finalidad el renacer del difunto y el cumplimiento de un ciclo dentro del grupo familiar, que habría sido interrumpido por la prematura muerte.